Qué ver en Castro Urdiales, Cantabria
Parte de la influyente hermandad de las Cuatro Villas de la Costa del Mar, hay mucho que ver en Castro Urdiales.
Su ubicación en el extremo más oriental de Cantabria, lo convierte en un destino ideal para turistas que viajan tanto desde Santander como desde Bilbao.
También es uno de los principales destinos de verano de la región, gracias a sus hermosas playas en pleno casco histórico.
¿Qué es famoso en Castro Urdiales?
La Puebla Vieja ha sido reconocida como Conjunto Histórico, descubre todos sus secretos con una visita guiada.
Iglesia de Santa María de la Asunción
Construida entre los siglos XIII al XV, es considerada la principal obra gótica de Cantabria.
Impulsada por el rey Alfonso VIII, es Bien de Interés Cultural y está incluida entre los bienes Patrimonio de la Humanidad del Camino de Santiago del Norte.
Cuenta con naves de gran altura, sujetas por contrafuertes, bóvedas de crucería y arbotantes.
En su interior se conservan piezas escultóricas de gran valor, como un Cristo de madera o una Virgen de piedra, ambos del siglo XIV.
También cabe destacar el retablo del Santo Cristo, decorado con un lienzo de Zurbarán.
Junto a ella se encontraba la Iglesia de San Pedro, de la que sólo se conservan algunas ruinas.
Castillo de Santa Ana
Ubicado sobre el mismo promontorio que la Iglesia de Santa María, es uno de los pocos castillos que hay en Cantabria.
Fue construido entre los siglos XIII y XIV, siendo de pequeño tamaño pero imponente porte, gracias a sus muros de 15 metros de altura rematados por torres cilíndricas.
A mediados del siglo XIX se añadió un faro al conjunto, ubicado a 50 metros sobre el nivel del mar.
En la actualidad acoge eventos y exposiciones, sirviendo además como mirador panorámico.
Puente Medieval
También llamado Puente Romano, fue construido en la Edad Media para unir el castillo con la Ermita de Santa Ana.
La estructura de piedra tiene forma de arco ojival, pertenecía a un conjunto de pasarelas y puentes desaparecidos tras la construcción del rompeolas.
Ermita de Santa Ana
De orígenes romanos y gran tradición marinera, durante mucho tiempo fue el lugar de reunión del Cabildo de Navegantes y Mareantes de San Andrés.
Debido a que está ubicada en lo alto de un peñón, hasta ella sólo se puede acceder a través de una escalinata de piedra con vistas al puerto.
Plaza del Ayuntamiento
Situada junto al puerto, es el epicentro de la Puebla Vieja desde la Edad Media.
En un extremo se alza la Casa Consistorial, construida en el siglo XVII pero con numerosas transformaciones posteriores.
En el extremo opuesto está la Casa de los Chelines, edificio modernista de principios del siglo XX.
Entre ambos se extiende una galería de arcos conocida como “La Correría”, ocupada principalmente por bares y restaurantes.
La zona comercial y gastronómica continúa en las calles tras la Plaza del Ayuntamiento, incluyendo la calle La Rúa, La Mar, Ardigales, San Juan, Santa María o San Francisco.
En ellas podemos ver interesantes ejemplos de casas tradicionales marineras, incluyendo las dos viviendas más antiguas de Castro Urdiales en la calle San Juan.
Paseo Marítimo
A partir del puerto se extiende el Paseo Marítimo hasta la Playa de Brazomar, una de las zonas más pintorescas de Castro Urdiales.
Por el camino pasaremos por La Plazuela, el Parque Amestoy, el Real Club Náutico o el Muelle de San Luis con el solarium a sus pies.
Tras atravesar la Playa de Brazomar podemos terminar el paseo en el Parque Cotolino, espacio verde sobre acantilados con muy buenas vistas.
Arquitectura modernista
Además de los edificios históricos, otro de los grandes atractivos de Castro Urdiales es la arquitectura modernista.
Cuenta con numerosos edificios construidos entre finales del siglo XIX y principios del XX, muchos declarados Bien de Interés Cultural.
Los principales arquitectos de la época fueron Eladio Laredo y Leonardo Rucabado, ambos oriundos de Castro Urdiales.
- Mercado de Abastos: ubicado en la plaza del mismo nombre, fue construido en 1908.
- Residencia Pedro Velarde: originalmente un asilo de huérfanas.
- Casa de los Chelines: ocupa un extremo de la Plaza del Ayuntamiento.
- Edificio Salvarrey: destaca entre las construcciones frente al Parque Amestoy.
- Plaza de la Barrera: presidida por un quiosco de música del 1900.
- Edificio Royal: actual Centro Cultural Eladio Laredo.
- Casa de Isidra del Cerro: rematada por una cúpula con linterna.
- Edificio Bristol: construido por la compañía de seguros La Hispano Americana.
- Real Club Náutico: sustentado por pilares sobre el mar.
- Chalet de los San Martín: proyectado por Gregorio de Ibarreche.
- Chalet Sotileza: diseñado por Rucabado para la familia de su esposa.
- Palacio de Ocharán: también conocido como Toki Eder, el conjunto está compuesto por palacete, castillo-observatorio y jardines.
- Cementerio de la Ballena: joya de la arquitectura funeraria.
Playas de Castro Urdiales
Uno de los grandes atractivos de la ciudad son sin duda sus playas, ubicadas en pleno centro.
Playa de Brazomar
Es la playa más céntrica de Castro Urdiales, por lo que es muy popular entre lugareños y visitantes.
Sus 400 metros de longitud son de arena dorada y aguas tranquilas, siendo adecuada para familias y bañistas.
Además, cuenta con una gran variedad de servicios, como zona de buceo, restaurantes y bares.
Playa de Ostende
Situada cerca del puerto deportivo, esta playa es más grande pero igualmente concurrida.
Son 900 metros de longitud con forma de concha, estando dividida en dos zonas por la Punta de los Cuervos.
Originalmente era una playa de piedra, pero con el tiempo se le ha ido añadiendo fina arena natural.
Suele haber más oleaje que en la Playa de Brazomar, por lo que es la preferida por los sufistas.
El Pedregal
Más que una playa es una piscina natural, bañada por las aguas que se cuelan por un túnel entre los acantilados.
La orilla es de cantos rodados, pero se ha construido un graderío donde tomar el sol y bañarse.
Cargadero de Dícido
También llamado Cargadero de Mioño, es un antiguo cargadero de mineral declarado Bien de Interés Cultural.
Es uno de los siete cargadores que hubo en Cantabria en el siglo XX y el único ejemplo de la técnica cantiléver que se conserva en España.
Hasta él se llega siguiendo la Vía Verde de Castro-Traslaviña, aprovechando la pista del antiguo tren minero.
