Qué ver en Tudanca, Cantabria
Sumérgete en la esencia de la Cantabria rural explorando Tudanca, un pintoresco pueblo ubicado en el corazón del Valle del Nansa.
Conocido por su belleza natural, su arquitectura tradicional y su conexión con la literatura, Tudanca ofrece una experiencia única a sus visitantes.
Qué ver en Tudanca en un día
La localidad cántabra de Tudanca es un remanso de paz donde parece que se ha detenido el tiempo, rodeada por verdes prados y montañas imponentes.
Esta ubicación geográfica aislada, ha permitido que su conjunto urbano haya permanecido intacto durante siglos, estando protegido como Conjunto Histórico Artístico.
No faltan las casonas montañesas, totalmente hechas de piedra y con balconadas de madera para disfrutar del privilegiado entorno.
Nada más llegar, nos da la bienvenida la Iglesia de San Pedro, reedificada en las primeras décadas del siglo XVIII, es de aspecto sencillo pero robusto.
A partir de aquí, nos perderemos entre estrechas y empinadas callejuelas, donde la vida transcurre sin prisas al ritmo que marcan las labores del campo y el hogar.
Poco a poco iremos ascendiendo hasta lo más alto del pueblo, donde se ubica la Casona de Tudanca, principal edificio civil.
Fue construida a mediados del siglo XVIII por Pascual Fernández de Linares, gracias a la fortuna que hizo en Perú.
Su último propietario fue el escritor José María de Cossío, quien tras su muerte, donó a la Diputación de Cantabria el edificio y la biblioteca que hay en su interior, con más de 25.000 volúmenes.
A la Casona de Tudanca se puede acceder sólo mediante visitas guiadas, a un precio de 3€ por persona, aunque los domingos es gratis.
Gracias a Cossío, Tudanca fue visitado por grandes escritores del siglo XX, personajes como Miguel de Unamuno, García Lorca o Rafael Alberti, se maravillaron con estos paisajes rurales.
El municipio también lo componen La Lastra, Santotís y Sarceda, más pequeños que Tudanca, pero con el mismo encanto rural.
Rutas por Tudanca
Si te apetece conocer el legado de los escritores en Tudanca, puedes seguir la Ruta Literaria, un recorrido sencillo de apenas un kilómetro con paneles explicativos.
También puedes seguir la Ruta Etnográfica de la Vaca Tudanca, raza bovina autóctona de Cantabria famosa por sus largos cuernos, su pelaje grisáceo y su carne de gran calidad.
Son aproximadamente 2 kilómetros de ruta entre verdes prados y frondosos bosques, descubriendo por el camino otras especies autóctonas de esta Reserva Nacional de Caza.
Y cuando termines el paseo, no dejes pasar la oportunidad de probar la carne de la zona o un contundente cocido montañés, para eso tienes el Restaurante Las Nieves.
Qué ver en los alrededores
El espectáculo natural del Valle del Nansa no ha hecho más que empezar, siguiendo la carretera CA-281 puedes llegar hasta el Puerto de Piedrasluengas.
Frontera natural entre Cantabria y Palencia, su altura supera los 1300 metros, por lo que las vistas que cortan el aliento están garantizadas.
El camino de sinuosas curvas te llevará siguiendo el curso del río Nansa, entre los bosques de hayedo mejor conservados de Cantabria.
Poco a poco van dando paso a las afiladas paredes de piedra del Cañón de Bejo, frontera natural entre el valle de Tudanca y el de Polaciones.
Este fue el lugar elegido en 1943 para construir el Embalse de la Cohilla, la que fuera la presa de bóveda más alta de España a mediados del siglo XX.
Tras dejar atrás Polaciones, lugar de nacimiento del famoso presidente cántabro Miguel Ángel Revilla, pasaremos por otros tres miradores.
En primer lugar está el Mirador de la Cruz de Cabezuela, a continuación el Mirador del Zorro y por último el Mirador del Jabalí.
Poco antes de llegar al Puerto de Piedrasluengas, hay un desvío que sigue la carretera CA-184 hasta Potes, por lo que puedes acabar el día visitando la Comarca de Liébana.