Situado en la zona alta, donde se juntan los ríos Júcar y Húecar, el Castillo de Cuenca ha sido durante siglos un importante enclave defensivo.
Historia
Desde el período de dominación árabe se instaló aquí un alcázar rodeado por un conjunto amurallado, más tarde ocupado por los cristianos tras las conquista de Alfonso VIII en el siglo XII.
En el siglo XVI fue cedido a la Inquisición, acogiendo en un edificio anexo la sede del Tribunal de la Inquisición.
Con la invasión francesa producida durante la Guerra de Independencia, casi todo el complejo fue reducido a escombros.
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Arco de Bezudo
Hoy en día se conservan pocos restos del sistema defensivo de Cuenca, el más importante es el Arco de Bezudo, una de las antiguas puertas de acceso a la ciudad.
Construido en el siglo XVI, sobre el arco de medio punto aún se conserva un escudo con toisón.
A un lado del Arco de Bezudo hay un imponente cubo de piedra, un recuerdo del inexpugnable pasado del recinto.
Aprovechando sus altas paredes, se ha instalado una escalera que permite acceder hasta lo más alto del Castillo de Cuenca.
Al otro lado se extiende un pequeño tramo del lienzo de la muralla, siguiendo la escarpada orografía de la hoz del río Júcar.
Varios torreones cuadrados aportan fortaleza al conjunto.
Archivo Histórico Provincial de Cuenca
Junto a los restos del castillo y la muralla se encuentra el Archivo Histórico Provincial de Cuenca, ubicado en uno de los edificios con más historia de la ciudad.
Primero fue utilizado como residencia real, más tarde como Tribunal de la Inquisición, cuartel durante la Guerra de Independencia y por último prisión.
Hasta que en 1990 fue rehabilitado para ser utilizado como Archivo Histórico Provincial, con la función de recoger, organizar, conservar y difundir documentación de la Administración del Estado.
Vistas desde el Castillo de Cuenca
Además de los edificios en sí, es imprescindible darse un paseo por los alrededores para disfrutar con las vistas panorámicas que se obtienen desde la zona más alta de la ciudad.
Por un lado se divisa el zigzagueante río Húecar con su escarpada hoz dando forma al caso histórico, atravesado por el Puente de San Pablo que conecta las Casas Colgadas con el Parador de Turismo.
Por el otro se extiende el río Júcar, abriéndose paso entre colinas de piedra caliza que ha ido horadando durante milenios.
Ojos de la Mora
Precisamente desde el otro lado de la hoz del Júcar, desde el Cerro de la Doncella vigilan «los Ojos de la Mora».
Una leyenda cuenta que allí murió de amor una joven mora enamorada de un soldado cristiano, asesinado por un pretendiente moro el día que habían decidido casarse en secreto.
La realidad es que se trata de dos aberturas en la piedra caliza que recuerdan la forma de unos ojos humanos.
Desde hace unos años aparecen pintadas en ellas unas pupilas, dándole aún más realismo.
Cómo llegar
Hasta el Castillo de Cuenca se puede llegar andando desde la Plaza Mayor, siguiendo la Calle San Pedro que enlaza con la Calle Trabuco.
Otra opción es seguir la Ronda Julián Romero, pasando por el Mirador de Florencio Cañas, el Mirador del pintor Víctor de la Vega o el rincón del Cristo del Pasadizo.
Aunque es una distancia corta, las calles son bastante empinadas, por lo que también se puede optar por llegar con los autobuses urbanos o el tren turístico.