5 lugares curiosos de Cantabria

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5 lugares curiosos qué ver en Cantabria si quieres salirte de lo típico (y además gratis)

Cantabria, tierra de verdes infinitos, acantilados que desafían al mar y montañas que rozan el cielo, esconde secretos que van más allá de sus paisajes de postal. 

Porque sí, todos hemos oído hablar de Comillas, de Santillana del Mar o de PotesPero… ¿y si te dijera que hay un templo griego escondido entre los montes cántabros? ¿O un bosque digno de un cuento de hadas?

Hoy nos salimos de los mapas turísticos, olvídate de todo lo que creías conocer de Cantabria y lánzate a descubrir sus secretos más ocultos. 

Los 5 lugares curiosos de Cantabria que te proponemos a continuación no los encontrarás en todos los blogs, son de esos sitios que te hacen sentir como si te hubieras tropezado con un secreto.

1. Bosque de Secuoyas de Cabezón de la Sal

Nuestro primer destino es un bosque con árboles tan altos que parece que quisieran tocar el cielo. 

Donde se puede caminar sobre pasarelas y senderos de tierra, sintiendo el aire que huele a madera húmeda, mientras la luz apenas consigue colarse entre las copas de los árboles. 

Todo está en silencio alrededor… salvo por el crujido de las hojas secas bajo los pies y el sonido del canto de los pájaros. 

No estamos en California, es el corazón Cantabria, y lo que hay a nuestro alrededor es el Bosque de Secuoyas de Cabezón de la Sal.

Bosque de Secuoyas de Cabezón de la Sal
Bosque de Secuoyas de Cabezón de la Sal

Aquí, 850 secuoyas se alzan con una elegancia que impresiona, como si estuvieras en mitad de una reunión de gigantes. 

Fueron plantadas hace más de 80 años, con la intención de aprovechar su madera. Pero el destino tenía otros planes. 

Estas torres vegetales crecieron y crecieron, pero nunca llegaron a cortarlas… así que terminaron dando forma en uno de los rincones más mágicos del norte de España, declarado Monumento Natural.

La mayoría de árboles mide unos 40 metros de altura y su tronco tiene un perímetro que llega a los 2 metros, y eso que apenas tienen unas décadas de vida. 

Sí, has oído bien. Estas son “secuoyas bebé”, porque esta especie de árbol puede llegar a vivir más de mil años y superar los 100 metros de altura.

Todas esas curiosidades y muchas más, las encontrarás en los carteles explicativos que hay en diferentes puntos del recorrido. 

Cuando te adentras en alguno de los senderos que atraviesan el bosque de secuoyas, parece que te sumerges en un libro de cuentos, es fácil imaginar a un duende escondido detrás de un tronco o a un hada flotando entre las ramas. 

El sonido cambia, la luz se torna más suave, la brisa fresca te envuelve y el tiempo parece detenerse a tu alrededor. 

Si alguna vez soñaste con visitar un bosque encantado, ya sabes donde tienes que venir.

Pero este rincón mágico nos recuerda algo importante: que los gigantes, por fuertes que parezcan, también necesitan ser protegidos. 

Cada paso que damos en este bosque cuenta, y cuidar de estos árboles es cuidar de un legado vivo que, con suerte, nos sobrevivirá por siglos.

2. Iglesia de San Jorge (El Partenón español)

Prepárate para una de esas cosas que hacen que tu GPS entre en crisis existencial. Porque, te está guiando por las carreteras de Cantabria… pero aparece ante ti ¡un templo griego! 

Con sus columnas corintias, su frontón clásico, su simetría perfecta. ¿Dónde estás? Pues en Las Fraguas.

Este pequeño y tranquilo pueblo cántabro alberga una joya arquitectónica: la Iglesia de San Jorge, también conocida como el Partenón de Cantabria.

Fue construida en 1890 como capilla y panteón familiar por los duques de Santo Mauro. Porque claro, si vas a tener una iglesia privada, qué menos que hacerla como si fuera de la antigua Grecia, ¿no?

Iglesia de San Jorge (El Partenón español)
Iglesia de San Jorge (El Partenón español)

A su lado, y rodeado de un aura misteriosa, se encuentra el Palacio de los Hornillos, seguramente te suene si viste Los Otros, la peli de terror con Nicole Kidman. 

Sí, esas escenas llenas de niebla, silencios y puertas que chirrían se rodaron aquí. Y no es para menos, el sitio tiene ese aire entre majestuoso y encantado que hace volar la imaginación.

Aunque no se puede visitar el interior del palacio, la estampa que forman ambos edificios, con la montaña al fondo y el silencio del entorno, bien merece la visita.

3. Parque Mitológico Mina Pepita

A pesar de su nombre, el siguiente destino no es una mina cualquiera, es un rincón que nos adentra en las tradiciones más ancestrales de Cantabria.

Su nombre es Parque Mitológico de la Mina Pepita, pero bien podría llamarse el Parque de los Sueños o el Parque de las Leyendas.

Este parque, ubicado sobre una antigua mina de hierro del siglo XIX, ha sido transformado en un museo al aire libre donde habitan los personajes del folclore local.

Paseando entre agujas de piedra, espesa vegetación y sinuosos senderos, de pronto aparece la sabia Anjana, el travieso Trenti o el temible Ojáncano…¡Todos parecen estar vigilando tus pasos!

Parque Mitológico Mina Pepita
Parque Mitológico Mina Pepita

Pero no todo es misterio. Aquí también se respira historia: la del trabajo duro de los mineros que durante décadas sacaron hierro de la tierra. 

Hoy, gracias a una ruta circular perfectamente señalizada, tú puedes pasear entre esos mismos caminos, donde antes resonaban picos y palas… y ahora sólo se oyen los susurros del bosque y los ecos de las leyendas.

Este lugar está hecho para explorarlo con calma, para dejarte sorprender. Para perderte entre sus senderos, y encontrarte de repente, frente a un gigante de piedra que parece a punto de despertar. 

Es un lugar para jugar, para imaginar, para recordar que hay historias que solo se descubren cuando uno se atreve a mirar más allá de lo que tiene delante.

4. Molino Bolao y su cascada

Hay paisajes que no necesitan filtros ni efectos de Instagram. Lugares que te dejan con la boca abierta. El Molino Bolao, en la costa entre Cóbreces y Toñanes, es uno de ellos.

Aquí, las ruinas de un antiguo molino hidráulico se asoman al borde de un acantilado, justo donde una pequeña cascada se lanza hacia el mar. 

El sonido del agua cayendo, el viento del Cantábrico azotando los acantilados, las vacas pastando en la distancia… es puro espectáculo natural.

Aunque el molino está en ruinas, conserva su encanto decadente, ese que da ganas de sentarse en una piedra cercana y quedarse mirando el horizonte durante horas. 

Molino Bolao y su cascada
Molino Bolao y su cascada

La que sí permanece imperturbable al paso del tiempo es la Cascada del Bolao, un capricho de la naturaleza tan bonito que parece irreal.

Todo en este lugar tiene algo poético. De esos rincones que parece que se han construido solo para que alguien los descubra por accidente y se enamore de ellos.

Además, si miras con atención a los acantilados, podrás ver la silueta de un indio tallado en piedra, como un espíritu guardián del lugar.

5. Torre de la iglesia de Villanueva de las Rozas

Y terminamos esta ruta por 5 lugares curiosos de Cantabria visitando la torre de la iglesia de Villanueva de las Rozas, o como muchos la llaman, la catedral de los peces.

Situada a orillas del Embalse del Ebro, esta torre solitaria es el único recuerdo visible de un pueblo que desapareció bajo el agua en los años 50.

Cuando se construyó el pantano, todo quedó sumergido… todo menos ella. Y ahí sigue, firme, desafiante, como un faro del pasado.

Iglesia sumergida de Villanueva de las Rozas, la catedral de los peces
Iglesia sumergida de Villanueva de las Rozas, la catedral de los peces

Se puede acceder hasta la torre a través de una pasarela de madera que, más que una entrada, parece un puente al recuerdo. 

Y una vez dentro, puedes subir por sus escaleras de madera (de esas que crujen, sí) hasta lo que fue el campanario. 

Desde allí, las vistas del embalse son impresionantes. Y el silencio… es de esos que te hablan.

Allí arriba, con el viento golpeando suavemente el rostro, uno entiende por qué la memoria se niega desaparecer bajo el agua.