Breve historia de Innsbruck
Sumérgete en la fascinante historia de Innsbruck, la mejor forma de conocer el legado monumental que cautiva a tantos visitantes.
Desde sus orígenes prehistóricos hasta convertirse en la próspera capital del Tirol, acompáñanos a descubrir los episodios más relevantes de la historia de Innsbruck.
Orígenes de Innsbruck
La historia de Innsbruck comienza hace más de 3.000 años, cuando tribus prehistóricas habitaban estas tierras.
Sin embargo, fue durante la época romana cuando la región adquirió verdadera importancia estratégica.
En el siglo I a.C., los romanos establecieron un asentamiento en este punto clave de la ruta comercial que unía Verona con Augsburgo.
Este enclave, conocido como «Oeni Pontum», era vital en el flujo de mercancías que transitaban por los Alpes del Este.
Nombre de Innsbruck
La primera mención escrita de la que se tiene constancia es del año 1187, cuando aparece con el nombre de «Insprucke».
Conjunción de las palabras “Inn”, nombre del río que atraviesa la ciudad, y “bruck”, puente en alemán, su significado sería “puente del Inn”.
Esta denominación denota el cruce vital que representaba la ciudad en la región alpina, siendo paso obligatorio para el comercio en la Europa medieval.
Así, poco a poco se fue modelando la identidad de Innsbruck y sentando las bases de su desarrollo futuro como centro político, cultural y económico.
Ducado de Austria
El rápido crecimiento económico y social, trajo como resultado la declaración de Innsbruck como ciudad en 1239.
Menos de un siglo después, en el año 1363, se integró en la Casa de Austria.
El siglo XV fue el período de máximo esplendor, estando bajo el gobierno de Maximiliano I, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.
Ya convertida en epicentro político de la Casa de Austria, por toda la ciudad se construyeron edificios que mostraban su nuevo estatus.
Uno de ellos es el Tejadillo de Oro, donde se celebró la boda de Maximiliano I, el monumento más famoso de Innsbruck.
Incluso tras su muerte, quedó la huella del emperador en un imponente cenotafio, considerado uno de los monumentos fúnebres más importantes de Europa.
Capital de Tirol
La Edad Contemporánea comenzó con la anexión al Reino de Baviera, organizada por Napoleón Bonaparte como parte de la Confederación del Rin.
En 1849 fue designada oficialmente como capital de Tirol, aunque en la práctica, ya ejercía esas funciones desde 1420.
Su papel era crucial en la administración y gobernabilidad de la región, albergando instituciones gubernamentales, sedes de autoridades locales y regionales.
Además de su función administrativa, Innsbruck se consolidó como un centro cultural y educativo de renombre en Austria.
La ciudad albergaba instituciones educativas, óperas y teatros que atraían a intelectuales, artistas y académicos de toda Europa Central.
Tal era su importancia, que cuando comenzó el boom del ferrocarril a principios del siglo XX, fue la segunda ciudad en quedar conectada con Múnich, por entonces capital del Reino de Baviera.
Guerras mundiales
Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, Innsbruck era parte del Reino de Austria, por ese motivo fue atacada por los italianos.
En 1918, sufrió bombardeos de las fuerzas aliadas y unos meses más tarde la ocupación, pero la ciudad no sufrió graves destrozos.
Ya en la Segunda Guerra Mundial quedó bajo el control del ejército nazi, lo que provocó que fuera bombardeada más de 20 veces por los aliados.
Uno de los edificios que más daños sufrió fue la Catedral de Innsbruck, que tuvo que ser reconstruida en gran parte.
Últimos años en la historia de Innsbruck
Hoy en día, Innsbruck se ha convertido en la capital de los deportes de invierno, gracias a los macizos montañosos que rodean la ciudad.
A lo largo del siglo XX ha acogido dos veces la celebración de los Juegos Olímpicos de Invierno, en 1964 y 1976.
Además, en 1999 se celebró el mayor espectáculo de snowboard del mundo, el concurso de Air & Style.
Y en el año 2012, acogió los primeros Juegos Olímpicos de la Juventud de Invierno.
Con todos estos datos, no es de extrañar que el Trampolín de Salto de Bergisel se haya convertido en un símbolo de Innsbruck.
Mientras, en el centro de la ciudad se conservan los monumentos que recuerdan su glorioso pasado, convirtiéndose en uno de los destinos turísticos más completos de Europa.